Marco Cenere, estudiante Erasmus en Salamanca durante el curso 2015-2016
Diez de octubre de 2015. Empieza mi maravillosa experiencia. Llego a la 12.30 a la Estación de Autobuses de Salamanca y ya respiro la atmósfera que siempre había deseado. Una ciudad estéticamente increíble, llena de universitarios y, sobre todo, de ambiente internacional.
En un segundo se me quitaron todos los miedos de no conocer nadie, de no saber el idioma perfectamente; en un segundo se me pegó la identidad Erasmus.
Debo reconocer que Salamanca me impresionó mucho también gracias a sus “Ferias”. Desde el principio me ofreció una vida cultural llena de conciertos, bailes y comida
tradicional en las denominadas “casetas” salmantinas.
Las primeras sensaciones fueron de respirar una inmensa libertad personal, de formar de manera sencilla una Comunidad, de mejorar tu personalidad y de percibir una fuerte cohesión con todos los estudiantes. Estas primeras sensaciones concluyeron al final de mi estancia con el mejor resultado, gracias a un proyecto que tenía esta misma aspiración: “El proyecto Erasmus”.
Este programa de intercambio europeo te abre un nuevo mundo de posibilidades, tanto a nivel académico como a
nivel personal, haciendo efectivo un principio que hasta ahora se había quedado demasiado en la teoría: “Libertad de Circulación de Personas y Cosas”, un principio estrechamente conectado a las
sensaciones que antes mencionaba.
Cuando mi hermana, antigua Erasmus en España, me decía que en esta estupenda aventura te puede pasar de todo, tenía razón. En esta experiencia me pasaron cosas que no habían ocurrido
en toda mi vida y de todas ellas, quiero contar principalmente una: la más increíble.
He tenido la gran oportunidad de hacer un discurso ante Su Majestad el Rey Felipe VI, el Presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz y de otras importantísimas
personalidades, entre las que se encontraba la Profesora Corradi. Esta última recibía el famoso Premio Carlos V el día 9 de Mayo de la Fundación Academia Europea de Yuste, por haber
inventado uno de los proyectos más exitoso en la UE. Estoy hablando, por supuesto, del proyecto Erasmus.
Además de la emoción de hablar frente a tantas personas tan importantes, fue un verdadero honor para mí representar a todos los estudiantes que han participado en este
intercambio europeo y expresar, de manera personal y común al mismo tiempo, un sentimiento que antiguos y actuales Erasmus comparten.
Un sentimiento gracias al cual te das cuenta de que aquello que tienes en común con otros estudiantes es mucho más de lo que te separa, a través del cual destruyes tus fronteras mentales y finalmente gracias al cual todos los jóvenes se sienten más responsables.
Con estos nueve meses, he dado un paso tan importante en mi vida como es el pasar de ser un joven italiano a ser un hombre europeo.
Creo que no existen palabras mejores de las que utilizó Umberto Eco al hablar de esto.
“A través del encuentro de chicas y chicos de distintas nacionalidades se forman ciudadanos europeos”; se forma en dos palabras una identidad distinta: ¡la identidad europea!
Estas fueron mis palabras en el Monasterio de Yuste y esto creo que será el sentimiento común de los 4 millones de estudiantes que han participado a este proyecto.
Ahora bien, como dijo la misma Profesora Corradi, impulsora del Proyecto Erasmus, no será una experiencia únicamente universitaria, más bien una inolvidable experiencia de
vida que te acompañará para toda la vida. Conocer gente de cualquier lugar del mundo, hablar un idioma distinto del tuyo y vivir tu cotidianidad en un entorno que no es lo que siempre has vivido
son las cosas que constituyen el verdadero espíritu de este proyecto. Un espíritu que modifica positivamente los elementos básicos de cualquier sociedad: cultura y formación.
Gracias Profesora Corradi, gracias Salamanca y gracias Europa por mejorar cada día la Sociedad en la que vivimos.
Desde una Sociedad de Estados llegaremos a una auténtica Comunidad. Una esperanza que con ideas reales se convierte en realidad.
“Ad maiora”.
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