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Algo que celebrar en 2017

Rafael Bonete, Profesor del Máster de Estudios Europeos de la USAL.

 

En marzo de 2017, como es sabido, se celebrará el sexagésimo aniversario de la firma del Tratado de Roma.  Seguramente se publicarán un gran número de estudios y comentarios en los que se analizarán los logros alcanzados y los múltiples problemas de origen interno y externo a los que se enfrenta en la actualidad el ejemplo de integración económica más exitoso de todos los tiempos, a pesar de encontrarse en horas bajas. También a lo largo de 2017 se celebrará el trigésimo aniversario del programa europeo más conocido del mundo de movilidad internacional de estudiantes entre instituciones de educación superior europeas. El “Erasmus” (European Community Action Scheme for the Mobility of University Students), hoy incluido dentro del Programa Erasmus +, es considerado, incluso por los más críticos con la UE, como una historia de éxito muy valorada también fuera de Europa.   

 

El aniversario del programa Erasmus, que ha beneficiado a casi 4 millones de estudiantes de educación superior desde el curso 1987-1988 y ha configurado un grupo de ciudadanos europeos pertenecientes a la generación Erasmus sin olvidar un número no despreciable de familias “mixtas”, merece ser celebrado sin complejos por al menos por cinco razones.

 

 En primer lugar, por la importancia que ha tenido y sigue teniendo para la Universidad de Salamanca y muchas otras universidades españolas y su proyección internacional. Basta recordar que nuestra universidad se encuentra entre las primeras universidades europeas receptoras de estudiantes Erasmus. Si en el curso 1988-89 recibió sólo 20 Erasmus, desde el curso 2004-05 ha superado siete veces los 1200. De hecho, nuestra institución sigue estando entre las primeras universidades europeas receptoras de estudiantes Erasmus, a pesar de la fuerte competencia para ocupar los primeros puestos. Hecho a destacar si tenemos en cuenta que son más de dos mil las universidades europeas, pertenecientes a 33 países europeos, las que participan en este programa europeo estrella de movilidad internacional.

 

 En segundo lugar, por el impacto económico de la movilidad internacional en las ciudades de destino. Especialmente si éstas reciben muchos más estudiantes Erasmus de los que envían como es el caso de Salamanca, donde se reciben alrededor del doble de los que se envían. Además, debemos tener en cuenta que el gasto mensual realizado por los estudiantes Erasmus es significativamente superior (algo más de 200 euros mensuales de diferencia en el caso de la USAL) al realizado por los estudiantes españoles. Asimismo, es significativa toda la actividad económica que gira a su alrededor, incluyendo las visitas de familiares y amigos, sin olvidar que gran parte de los Servicios de Relaciones Internacionales de las universidades españolas se crearon inicialmente para gestionar el programa Erasmus.

 

En tercer lugar, y esto se olvida a menudo, el programa Erasmus y las medidas adoptadas para incrementar el reconocimiento de los estudios realizados en el extranjero (los créditos ECTS, por ejemplo), están detrás de gran parte de los pasos que se han tomado para la configuración del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), al que no sólo pertenecen los 28 Estados miembros de la UE, pero en el que desde el inicio la Comisión Europea ha ejercido un liderazgo destacado. El EEES, conocido también como el Proceso de Bolonia, y al que pertenecen 48 países y la Comisión Europea, pretende crear un sistema de educación superior europeo comparable, compatible, comprensible y competitivo y sus orígenes están claramente vinculados a los problemas que se tuvieron que superar para que el programa Erasmus tuviera éxito.

 

En cuarto lugar, el programa Erasmus, tiene un peso dentro del presupuesto de la UE muy poco significativo (menos del 0,003% para el período 2014-2020). En los últimos años ha ido aumentado levemente el dinero asignado por la UE, gracias sobre todo a la defensa del mismo por parte del Parlamento Europeo. Los estudiantes Erasmus reciben fondos de la UE y de las administraciones de los Estados miembros para compensar los distintos niveles de vida en los países participantes, aunque durante los años más duros de la crisis económica algunas administraciones públicas de los Estados miembros disminuyeron su aportación nacional y regional.

 

Por último, los beneficios en términos de empleabilidad que pueden obtener los estudiantes participantes en el programa Erasmus son cada vez más reconocidos.  Según las evidencias disponibles más  recientes (véase por ejemplo: The Erasmus Impact Study, Regional Analysis, 2016) sobre los aspectos positivos vinculados al mercado laboral derivados del hecho de haber disfrutado de una movilidad Erasmus, pueden destacarse los siguientes: el riesgo de pasar a ser un desempleado de larga duración disminuye un 50% un año después de haberse graduado si lo comparamos con los estudiantes no Erasmus, disminuyendo también de forma significativa  el riesgo de estar desempleado 5 años después de haberse graduado y aumentando de forma apreciable el espíritu emprendedor y la probabilidad de encontrar trabajo gracias a las redes de contactos vinculadas a la experiencia Erasmus. A lo anterior habría que añadir que más del 90% de los empleadores valoran de forma muy positiva las habilidades que se ven incrementadas después de haber disfrutado de una movilidad Erasmus: capacidad de resolver problemas, adaptabilidad, autoconfianza y curiosidad.

 

En definitiva, pocas veces la UE, tan necesitada de ciudadanos que se identifiquen con su quehacer, ha conseguido tanto con tan pocos recursos. Esperamos poder celebrar los cuarenta años de existencia del programa Erasmus con igual o más razones que justifican la celebración por todo lo alto de sus treinta años.

 

Feliz 2017.

 

 

Rafael Bonete,

Profesor del Máster de Estudios Europeos de la USAL.

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Comentarios: 1
  • #1

    Fresero Valenciano (viernes, 10 marzo 2017 18:55)

    Una visión muy técnica, como aquella que defendió en 2010 - "Diez razones para decir sí a Bolonia" http://www.elmundo.es/opinion/tribuna-libre/2009/05/14836888.html. En fin, no se puede pedir otra cosa que cifras, economía, impacto económico, "beneficios" al "rostro europeo" por Castilla y León. Bien distinta sería la visión de su hermano filósofo Enrique Bonete Perales.