Rubén Franco Pescador, estudiante del último curso del Doble Grado en Estudios Internacionales y Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid.
Juventud es sinónimo de cambio y movimiento. Las/os jóvenes tienen una gran capacidad para poner cuestiones nuevas en la agenda política o mediática, como demostró el 15M y ahora demuestran las protestas de Fridays for Future. Su inconformidad y su voluntad de transformación son esenciales en cualquier democracia, especialmente en nuevos sistemas políticos como puede ser la Unión Europea. Sin embargo, a veces hace falta canalizar todo ello a través de la participación.
Esta participación juvenil puede aparecer en diferentes esferas de la vida y a diferentes niveles. Puede ser en nuestro hogar, dentro de instituciones como la escuela, en pequeñas comunidades o a nivel general de sociedad. Lo que todas ellas tienen en común es que las/os jóvenes son sujetos activos de cambio. Ellos/as desarrollan sus capacidades de organización y liderazgo, a través de las cuáles deciden influenciar decisiones que les afectan en su día a día.
Centrándonos en la participación juvenil dentro la Unión Europea, el rol que juegan las nuevas generaciones es esencial por múltiples razones. Ante todo, la participación es un derecho humano recogido en el Artículo 21 la Declaración Universal de DDHH. Toda persona tiene derecho a expresarse e influenciar la toma de decisiones con autonomía, incluidos las/os jóvenes. Asimismo, también es un método de empoderamiento que permite tratar las disparidades de poder en la sociedad – generalmente ostentado por hombres blancos de avanzada edad. Se trata de un proceso transformativo que genera nuevas habilidades, establece lazos y crea mejores ciudadanos de cara al futuro – el capital social, como diría Robert Putnam.
Por otra parte, hay un componente de eficacia: cuantas más voces participen, mejores decisiones se podrán tomar y más fácil será su implementación. Si aportas ideas que se tienen en cuenta, luego será más fácil que aceptes las decisiones tomadas. Esto es especialmente relevante si tenemos en cuenta que un tercio de la población europea tiene menos de 30 años, que los jóvenes suelen ser más propensos a pensar en nuevas alternativas y que son los que más saben sobre los problemas que afectan a la juventud. Además, en contextos como el actual, donde hay estudios que demuestran que nuestra generación va a ser más pobre que la de nuestros padres, surgen más razones aún para involucrar a los jóvenes y tratar de crear mejores políticas públicas dirigidas a estos.
No obstante, esta participación debe ser significativa, útil y accesible. Para ello hay que dar herramientas (tiempo, estudios, dinero y oportunidades) a los jóvenes para que puedan sentarse en la mesa en igualdad de condiciones. Junto con todo ello, también es esencial reconocer la diversidad juvenil: hay jóvenes racializadas/os, rurales, LGTB, con diversidad funcional o intelectual, que deben ser tenidas/os en cuenta, con sus similitudes y diferencias. Para una verdadera participación hay que incluir a jóvenes de todos los ámbitos socioeconómicos y culturales.
En consecuencia, los proyectos de participación a nivel europeo son muy valiosos. Hay muchas formas de colaboración en estos programas, ya sea desde asociaciones juveniles, con el Servicio de Voluntariado Europeo, o a través de los Erasmus+ Youth Exchange o Training Programs. En mi caso, formo parte del Diálogo con la Juventud como Embajador de Castilla y León. A través de estas acciones tratamos de promover una participación inclusiva e interseccional de los/as jóvenes en diferentes ámbitos y en todos los niveles territoriales, así como fomentar el debate entre la juventud y los responsables de la toma de decisiones.
Jean Monnet dijo que Europa se forjará en las crisis. Por tanto, ante la crisis generacional y la falta de oportunidades que los/as jóvenes que estamos viviendo, es imprescindible que seamos parte activa del cambio y nos involucremos en las decisiones que nos afectan, desde nuestra casa o barrio hasta el nivel europeo. Si se consulta con los jóvenes, si se toman decisiones junto a ellos, o si los jóvenes pueden iniciar la toma de decisiones, se está fomentando la creación de mejores ciudadanos y se está ayudando a forjar una Europa más inclusiva. En definitiva, animo a todos/as los/as jóvenes a que se impliquen y alcen la voz, allá donde estén. Solo con participación y deliberación podremos lograr un futuro mejor y más sostenible. Si queremos seguir hacia delante, no podemos dejar a nadie atrás.
Rubén Franco Pescador, natural de Rágama (Salamanca), es estudiante del último curso del Doble Grado en Estudios Internacionales y Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid.