Luis N. González Alonso, Director del Centro Europe Direct
La celebración del Día de Europa vuelve a sorprendernos este año asolados todavía por la pandemia. Afortunadamente, las perspectivas son ahora mucho mejores que en mayo de 2020, cuando el espejismo del inicio de la primera desescalada nos hizo pensar ingenuamente que lo peor estaba ya superado… En estos momentos, el avance de la vacunación permite atisbar el final de este dramático episodio como algo cierto y al alcance de la mano, sin olvidar nunca por supuesto las vidas y los proyectos de cientos de miles de europeos que se han quedado por el camino, ni tampoco la situación mucho más precaria que la nuestra de miles de millones de personas en otros lugares del mundo. Agobiados –como continuamos- por lo inmediato y lo más cercano, tendemos a perder de vista con facilidad que en esto estamos todos juntos.
Y tal vez sea esta la principal lección que en clave europea quepa extraer de la pandemia, aunque aún sea probablemente demasiado pronto para intentar hacer balance de lo ocurrido. Cuando tengamos la mínima perspectiva histórica indispensable para afrontar con sosiego esta tarea, estoy seguro de que se recordará sobre todo que la gestión de la crisis del COVID-19 provocó la activación en la UE de mecanismos de solidaridad impensables hasta ese momento: solidaridad económica y social, por un lado, recurriendo incluso al “endeudamiento colectivo” para financiar la recuperación en un ejercicio sin precedentes (Next Generation EU); y solidaridad sanitaria, por otro, a través de un gran plan de adquisición conjunta de vacunas para que todos los europeos –del Norte o del Sur, vivamos en un Estado miembro grande, mediano o pequeño- tengamos acceso a este bien público tan preciado en pie de igualdad. Me dirán que la ejecución de este plan, al menos en sus inicios, no ha sido todo lo ágil que las circunstancias requerían y que se cometieron errores en su diseño original, que luego se han ido corrigiendo poco a poco. Faltaría más, ¿qué nivel de la Administración no se ha visto desbordado por los acontecimientos a lo largo del último año? La Comisión Europea, que por cierto jamás había tenido que asumir una responsabilidad parecida a la que ahora le encomendaban los gobiernos de los Estados miembros, no es una excepción a este respecto y su desempeño debe ser sometido a evaluación con el mismo rigor y transparencia que el de cualquier otra autoridad pública, como de hecho ya está ocurriendo.
Precisamente por ello, porque esperamos mucho de la UE y le exigimos eficacia en la gestión -particularmente, en circunstancias tan difíciles como las que estamos viviendo-, no deberíamos dejar pasar la oportunidad que se nos ofrece con la apertura de la Conferencia sobre el Futuro de Europa para expresar nuestra opinión y reclamar cambios allí donde los consideremos necesarios. Es obvio que la posibilidad de hacerlo en sociedades democráticas está siempre a nuestra disposición a través de distintos cauces, incluido por supuesto el de la representación política; la diferencia o el valor añadido de esta iniciativa que echa a andar el 9 de mayo en Estrasburgo estriba en que nunca antes se había planteado un llamamiento a la participación ciudadana en la Unión de un modo tan estructurado y con tal nivel de ambición.
Durante un año la prioridad consistirá en escuchar lo que la ciudadanía tenga que decir, de manera directa y sin filtros, a través de infinidad de eventos en el plano local, regional, nacional y europeo (paneles de ciudadanos), y de forma permanente mediante la “plataforma digital multilingüe” que está operativa desde el 19 de abril. Todo ese caudal de ideas y de propuestas concretas debe desembocar, para ser objeto de sistematización y de debate, en el Pleno de la Conferencia, que se reunirá periódicamente y en el que también estaremos representados los ciudadanos, junto a un buen número de parlamentarios europeos y nacionales, la Comisión y, por supuesto, los gobiernos de los Estados miembros. El Comité Ejecutivo, que dirige todo el proceso bajo la presidencia conjunta de las tres instituciones políticas de la Unión, será el encargado luego de recoger en un informe final el resultado de la Conferencia en la primavera de 2022.
A muchos nos gustaría –incluidos la mayoría de miembros del PE y la propia Comisión- que el fruto de este gran ejercicio de democracia deliberativa pudiera traducirse después y sin demasiadas dilaciones en “avances constitucionales” de calado en la construcción europea, es decir, en una nueva reforma de los Tratados. Ello dependerá, no obstante, de la actitud que a ese respecto adopten los gobiernos nacionales que continúan ostentando el poder constituyente en el seno de la Unión y que en estos momentos no parecen ser muy proclives a “abrir ese melón”. Ahora bien, que se sientan más o menos presionados para dar el paso estará en función de la movilización ciudadana y del grado de determinación que detecten en quienes, al fin y al cabo, los hemos elegido para tomar ese tipo de decisiones en cada uno de los Estados miembros.
Si la convocatoria de la Conferencia sobre el Futuro de Europa ya se justificaba sobradamente hace un año –cuando en un principio estaba prevista- en razón de la convulsa década que la Unión dejaba atrás y que todos entendíamos definitivamente cerrada con el desenlace del Brexit, la experiencia de la pandemia no ha hecho sino acentuar la pertinencia de una iniciativa de estas características: las crisis previas palidecen ante la dimensión de esta última y de sus consecuencias, como también lo hace la necesidad de la ciudadanía de expresar sus anhelos y aspiraciones antes y ahora, tras un episodio tan traumático y que nos invita a replantearnos muchas cosas de cara al futuro.
Desde la red Europe Direct, y en particular desde nuestro Centro en Salamanca, estamos preparados para afrontar el desafío que representa la Conferencia y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para estimular su desarrollo y facilitar una participación lo más amplia posible en nuestro entorno.
¡Feliz Día de Europa 2021!
Luis N. González Alonso
Director del Centro Europe Direct
Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales
Universidad de Salamanca