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Eurovisión: más allá de la música

Eurovisión ¡ese festival que nos tiene a todos pegados a la televisión el segundo fin de semana de mayo! En el que más de 40 países llevan una canción buscando conseguir la gloria o en este caso, alzarse con el micrófono de cristal. Este año el festival se traslada a Turín, tras la victoria del grupo de rock italiano Måneskin con su canción Zitti e Buoni. La primera transmisión del concurso se remonta a 1956 y hasta el 2020 (debido a la pandemia del COVID-19) se había transmitido de manera ininterrumpida razón por la que  en el año  2015, recibió el récord Guinness como la competición musical televisiva más duradera.

 

El origen de su nombre viene de la Red de Distribución de Televisión de Eurovisión (Eurovision Network). Cualquier miembro activo de la UER puede participar en el festival ya que la inclusión geográfica no está limitada solo al continente europeo (a pesar de tener el prefijo “Euro”). Un ejemplo de ello lo podríamos encontrar la edición del 2015 en la que se invitó a Australia a participar   en el certamen convirtiéndose así en el primer país asociado de la UER en participar, así como es el primer país oceánico.

 

Aunque Eurovisión es un festival enfocado principalmente en la música, hay aspectos o valores mucho más importantes y donde la música queda en un segundo plano. Cada año, el festival representa los valores de tolerancia, libertad, inclusión, respeto y modernidad. Además de mostrar estos valores, se busca también la representación de las minorías y la diversidad lingüística con la inclusión de idiomas que estaban ya casi olvidados. Destacamos ahora algunos países que han enviado participantes pertenecientes a minorías como España llevando a Serafin Zubiri (cantante, pianista y compositor invidente), Alemania también siguió los mismos pasos o incluso Polonia en 2015 con su representante Monika Kuszynque que  fue la primera persona en silla de ruedas en participar en el certamen y, en esa misma edición, Finlandia que   participó con el grupo Pertti Kurikan Nimipäivät integrado por cuatro músicos con autismo y síndrome de Down.

 

Aunque en la elección de los temas  predomina el idioma  anglosajón aún quedan países que buscan representar su cultura y tradición sobre el escenario ya que para algunos es su puerta de entrada para poder mostrar su cultura al resto del mundo.

 

En definitiva, Eurovisión es mucho más que un concurso de efectos visuales inimaginables, coreografías imposibles, artistas y canciones extrovertidas; se trata de un festival para reafirmar la cultura y los valores de cada país mucho más allá de la música

 

Teresa Moreira, estudiante en prácticas de la Universidad de Salamanca