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Recordando el pasado, mirando al futuro

RECORDANDO EL PASADO, MIRANDO AL FUTURO

 

Con la omnipresente guerra en Ucrania como telón de fondo, nos disponemos un año más a celebrar el Día de Europa. Tiene, sin duda, más sentido que nunca hacerlo con plena convicción y compromiso europeístas a la luz de los acontecimientos vividos en los doce últimos meses. Por manido que pueda resultar a estas alturas el argumento, ayudando a Ucrania a defenderse, la Unión Europea está defendiendo con determinación sus propios valores fundacionales y su razón de ser como proyecto de civilización concebido para superar enfrentamientos seculares y dejar atrás la barbarie.

Eso es precisamente lo que recordamos cada 9 de mayo evocando la

Declaración Schuman, aquella innovadora propuesta de reconciliación entre Francia y Alemania, abierta a la participación de otros Estados, que en 1950 puso en marcha el proceso de construcción europea recurriendo a la integración económica como instrumento, no como fin en sí misma.

Pero en este 2023, el calendario nos invita a recordar también que un par de años antes, entre el 7 y el 11 de mayo de 1948, casi ochocientos representantes de la sociedad civil europea (académicos, científicos, políticos, intelectuales), tomando la delantera a los gobiernos de sus respectivos Estados, ya se habían reunido en La Haya para clamar por la unidad del continente. Fue el denominado “Congreso de Europa”, origen de lo que todavía hoy es el Movimiento Europeo Internacional y cuyo septuagésimo quinto aniversario no puede pasar inadvertido por la influencia determinante que sus conclusiones tuvieron en la creación tanto del Consejo de Europa como de las Comunidades Europeas. La presencia española en La Haya fue por fuerza limitada -y procedente lógicamente del exilio-, pero muy significativa; no en vano, una de las tres comisiones en torno a las cuales se organizaron los trabajos del Congreso estuvo presidida por Salvador de Madariaga. El mismo que algunos años después, en 1962, propiciaría bajo el manto protector del Movimiento Europeo Internacional aquel primer encuentro de españoles “de dentro” y “de fuera”, unidos por su vocación democrática y europeísta, en lo que el Régimen despectivamente calificó como el “Contubernio de

Múnich”.

En fin, afortunadamente las cosas son muy distintas desde hace décadas para

nuestro país y en este 9 de mayo el Gobierno español apura los preparativos para asumir por quinta vez la Presidencia de turno del Consejo de la UE durante el segundo semestre

de 2023. No por tener experiencia en la tarea -ya nos correspondió ejercerla en 1989, 1995, 2002 y 2010- el desafío es menor, puesto que comporta una ingente labor de impulso y coordinación que se desarrolla esencialmente en Bruselas pero que en realidad implica a la Administración General del Estado en su conjunto. Además, se ha programado casi una treintena de reuniones informales de las distintas formaciones del Consejo (Asuntos Exteriores, Economía, Justicia e Interior, Agricultura y Pesca, Transportes, Medio Ambiente…) que tendrán lugar en todas las Comunidades Autónomas a lo largo de los seis meses de Presidencia; en Castilla y León se celebrarán

dos, una en Valladolid y otra en León. Si bien en estas sesiones los representantes de los gobiernos de los Estados miembros no podrán tomar decisiones formales, constituyen sin duda una buena oportunidad para acercar los principales debates europeos a la

ciudadanía y despertar un mayor interés por el funcionamiento de la maquinaria

institucional de la Unión.

 

En cualquier caso, lo más importante no es salir bien parados del desafío

logístico y organizativo, sino tratar de contribuir desde las responsabilidades que incumben a la Presidencia de turno al fortalecimiento de la UE en un momento particularmente delicado para nuestro futuro compartido como europeos.

Por un lado, y en el plano “micro”, el semestre de Presidencia española será el

último completo de esta legislatura, que se cerrará con la celebración de las próximas elecciones al Parlamento Europeo en la primavera de 2024. En este sentido, la agenda está cargada de iniciativas y proyectos legislativos sobre los que se ha venido trabajando en estos años y cuya concreción definitiva dependerá en parte de la labor de coordinación con el resto de gobiernos nacionales y de negociación con el PE y con la Comisión que se lleve a cabo desde la Presidencia del Consejo.

Por otro lado, como es obvio, está el desafío “macro” al que la UE viene

haciendo frente desde hace más de un año como consecuencia del “vuelco descomunal” -así lo definió el Consejo Europeo en marzo de 2022- que representa la guerra de agresión contra Ucrania y que no sabemos qué nos puede deparar durante el segundo

semestre de 2023. Sea como fuere, y más allá del esfuerzo colectivo para mantener y reforzar la unidad de acción europea, lo que resulta evidente es que al Gobierno español le corresponderá participar desde el puente de mando en la gestación de decisiones estratégicas trascendentales para el futuro de Europa y, en consecuencia, para el futuro de nuestra convivencia en el seno de la Unión y con el resto del mundo. Un reto desde luego formidable, pero también apasionante.

Y por favor, en un año “intensamente electoral” para España como este,

hagamos todo lo posible para intentar evitar que los debates políticos internos y la legítima confrontación partidista puedan terminar afectando en exceso, incluso contaminando, el ejercicio de lo que constituye una responsabilidad de Estado.

 

¡Feliz Día de Europa 2023!

 

Luis N. González Alonso

Director del Centro Europe Direct