Soy un estudiante chino matriculado en el Master en sistemas de información digital en la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca. A finales del segundo cuatrimestre del curso 2023-2024 comencé a hacer prácticas en el Centro de Documentación Europea y me ha encantado la experiencia. Me han pedido que escriba mi experiencia personal sobre mi estancia en España y el choque cultural que supone para un chico chino hacer sus estudios en otro país tan distante y con una cultura tan diferente.
Soy de China y me gradué allí en la universidad en junio de 2022. Después de
graduarme me sentía confuso.y tenía dudas sobre qué camino seguir. No quería
empezar mi carrera con cualquier trabajo, ya que tengo mis propios ideales. Conseguir un trabajo en mi país es fácil, pero encontrar un trabajo satisfactorio es mucho más difícil. Cada año, hay un número incontable de graduados universitarios y la competencia es muy grande. Incluso habiendo estudiado aplicaciones y tecnología de “big data”, encontrar un trabajo adecuado y satisfactorio seguía siendo muy difícil, especialmente en ese momento con el problema añadido del molesto virus COVID-19 que lo hacía todo aún más difícil. Encontré dos trabajos, pero no aguanté más de dos semanas en ninguno de ellos, ya que sentía que el esfuerzo que hacía no era proporcional a la recompensa que obtenía. En aquel momento no era lo suficientemente
fuerte todavía para enfrentarme a un trabajo que no me llenaba. Después de hablar con mis padres, ambos esperaban que continuara mis estudios de posgrado, preferiblemente en el extranjero porque justo en ese momento, el hijo de un colega de mi padre estaba estudiando en España y le iba bien, así que me sugirieron que lo considerara. Después de pensarlo, decidí ir a España. En octubre de 2022, me despedí de mi familia y llegué solo a España comenzando
mi viaje de estudios. Todo era nuevo para mí. Por cierto, estudié español en Valencia durante 10 meses. ¿Por qué en Valencia? Bueno, esa es otra historia y no quiero recordar a la agencia intermediaria que me engañó, pero sí mi maravillosa experiencia en esa ciudad.
En España estudiaba mientras disfrutaba de las maravillas de la Costa Dorada: el sol, las playas, los castillos, los pueblos, la comida, la cerveza, los bailes, la música, la animada Navidad y el Año Nuevo, el grandioso festival de las Fallas donde la gente
desfila todo el día... Todo era nuevo y emocionante. Era la primera vez que
experimentaba la sensación de sentarme en la terraza de una cafetería con amigos bebiendo café o cerveza comiendo un dulce y viendo a las palomas volar hasta la mesa para compartir las migajas de maíz de tu plato. También disfruté en la playa, extendiendo una manta y tomando el sol, sintiendo la energía que te brinda. En grandes festividades, como la Nochevieja, la gente disfruta de fiestas en lugares designados, viendo espectáculos, cantando, bailando y bebiendo. Para alguien del Oriente como yo, no deja de ser esta una nueva forma de relajarse, más cercana a la vida y la naturaleza, ¿no es así?
Caminando por las concurridas calles de Valencia observé que nadie miraba con extrañeza ni hacía comentarios críticos sobre una chica por vestir de manera sexy.
Tampoco he visto ningún perro callejero; la gente siempre llevaba a sus perros con correa. Solo que, a veces, sin darte cuenta, pisas excremento de perro en la calle.
Nunca pensé que algún día iría al hospital a hacerme una tomografía o alguna
pequeña cirugía de forma gratuita. Aquí casi no se paga por la atención médica gracias al seguro médico. Tampoco me esperaba que el metro y los autobuses en Valencia fueran gratuitos para los jóvenes menores de 25 años, y los trenes de media distancia casi gratis. Es increíble, pero es así.
Chen Zhao. Alumno del Máster en Sistemas de Información Digital de la USAL y estudiante en prácticas del Centro Europe Direct Salamanca.